lunes, 29 de noviembre de 2010

En este teatro el último que actuó fue Giacomino.



Se inauguró el 16 de octubre de 1929, por entonces con el nombre de Cine Moderno,
El Cine-Teatro Colón fue declarado “patrimonio arquitectónico y urbanístico” de la ciudad por ordenanza 9.830 del 16 de diciembre de 1997, debido al valor de su fachada y parte del interior. Pero no solo eso, es todo un símbolo de barrio Alberdi y de la ciudad de córdoba, es parte de nuestra identidad. Por allí pasaron varias generaciones de cordobeses y cordobesas y fue no solo un lugar donde ver una película sino un punto de encuentro, un espacio de socialización y de construcción de redes cuya atracción perdura en la conciencia de los vecinos.
La perdida del Cine Moderno – Teatro Colón es otro golpe a nuestra identidad. Hace unas semanas, con la venia de un municipio al servicio de la especulación inmobiliaria fue derribada la chimenea de la Cervecería Córdoba. El supuesto desarrollo sin ton ni son, con el único criterio de la mayor ganancia monetaria posible, avasalla nuestros derechos y amenaza con llevarse puesto hasta el ultimo rinconcito que pudiese hablar de quienes somos.

El tradicional Cine-Teatro Colón bajó su telón por última vez en 2002, luego de más de 72 años de vida. Pero no fue esa la última función. En septiembre de 2007 Daniel Giacomino, en ese entonces postulante a Intendente, estampó un garabato en un “compromiso público” con los vecinos que cuando el fuera intendente recuperaría “La piojera” cumpliendo con la ordenanza (ya aprobada en ese momento y vencida actualmente) que proponía expropiarlo para, como parte del patrimonio municipal, recuperarlo ediliciamente y ponerlo al servicio de la actividad cultural de los vecinos. Una real necesidad ya que no existen en toda la zona espacios culturales barriales como el que podría funcionar allí. Un derecho de los tantos postergados en esta parte de la ciudad.
Aquel acto de campaña no fue solo un verso, una escenificación, fue una falta de respeto a los vecinos, a la democracia y a la cultura popular.
Exigimos que se cumpla la ordenanza, el compromiso y el derecho de los vecinos recuperando el Moderno para la cultura popular.

Este Sábado 4/12 desde las 9 hs nos juntamos a desagraviar a la Piojera y exigir que la Municipalidad cumpla con recuperarlo para los vecinos. Sumate, es en Av. Colón al 1500, Bo. Alberdi.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Ni Al Qaeda, ni Bush, ni Bin Laden



Mire mire que locura, mire mire que emoción, la argentina tiene de las chimeneas el mas grande tirador….
Ni Al Qaeda, ni Bush, ni Bin Laden.
A la chimenea de la Cervecería Córdoba la tiraron Giacomino y Vicente.

Hace diez años cerraba una fábrica emblematica de nuestra Córdoba,  la Cervecería Córdoba. En pleno apogeo del modelo neoliberal que según sus pregoneros nos llevaría al primer mundo y que tenía como uno de sus pilares la desindustrialización del país y la extrajerización de su economía. Aplicados alumnos, el Chancho Mestre y el Juez Tale (el mismo que privatizó el club Talleres con las consecuencias por todos conocidas) cerrararon toda posibilidad de que la Cervecería tuviera continuidad, represión mediante a trabajadores y vecinos que intentaban conservar la fuente de trabajo, la entregaron a un grupo internacional (CCU – CICSA) que se quedó con la marca y el Market Share y pasaron el predio de la planta de Bo. Alberdi a los especuladores (autodenominados desarrollistas) inmobiliarios que pacientemente (o no tanto) fueron incubando la liquidación de todo rastro de la cervecería para hacer ¿”viviendas”?. Unas torres pensadas unicamente en función de la tasa de ganacia por metro cuadradro sin contemplar ni la historia, ni las consiciones, ni las necesidades del barrio ni de sus habitantes, ni de los actuales, ni tampoco, huelga decirlo, de los futuros que habitarán quizá esas pajareras.
Con toda la ilusión seguramente y el derecho al nidito propio. Pero sabemos que la clase media/trabajadora no tiene muchas opciones y más que la calidad de vida esperable en este complejo lo que obligadamente mirarán serán las cuotas accesibles probablemente merced a fondos también públicos que no van a otras opciones mas acordes con un verdadero desarrollo de la ciudad.
Resulta que los muchachos hicieron su maqueta y la chimenea les molestaba una linda hilera de monobloques. Pero borrarla en la realidad no era (ni será) tan fácil como en la maqueta. Por lo que significaba en la memoria y en la vida cotidiana del barrio. Entonces armaron todo el circo de que estaba deteriorada (lo cual era cierto, culpa de ellos) y de que no se podía recuperar (lo cual NO era cierto) y la dinamitaron, con la complicidad y/o el apoyo pro-activo del intendente Giacomino y sus funcionarios, incluso del Viceintendente, que el día del derrumbe fue a lavarse la cara sin ninguna intención firme de apoyarnos. Y nuevamente, con los palos y las balas de goma que no tan discretamente esconden bajo la mesa de concertación para cuando los vecinos no son razonables, ¿o era sustentables? ¿o rentables?

jueves, 26 de agosto de 2010



este domingo, el área de cultura festeja el dia del niño junto a los compañeros y compañeras de Barrio Renacimiento y Argüello! si queres participar con nosotros, avise nomas, es bienvenid@ aqui, o a cualquiera de los 20 barrios en los que el movimiento festejara en la ciudad!!!

martes, 24 de agosto de 2010

LA CULTURA TAMBIEN ES UN DERECHO

“Hay que bajar cultura a los barrios” una voz sentenció, en ocasión de uno de los tantos encuentros que se realizaron en el marco de los eventos titulados “Córdoba Capital Americana de la Cultura” realizados en los C.P.C. con el acompañamiento de con vecinas/os, instituciones y organizaciones comunitarias provenientes de distintos barrios de la ciudad de Córdoba.

Nada mejor que una frase hecha, repetida sin digerir en distintos espacios para sintetizar la realidad de un derecho no ejercido.
La cultura no sube, ni baja. No es un producto acabado que se distribuye cual bolsón, ni algo que se compra y vende en el mercado.

Convertir en mercancía el hecho cultural sólo amplía la lógica de algo más para vender que convierte a los ciudadanos en consumidores de aquello que el mercado esté dispuesto a ofrecer. Que en muchos de los casos es sólo chatarra que nos achata el cerebro y la creatividad ocultando las reales condiciones de vida de nuestra sociedad.

Se habla de la oferta cultural de una ciudad, utilizando terminología economicista y esto no es un hecho casual, el consumidor revisa lo que ofrece el mercado y decide que va a comprar, obviamente de acuerdo a su capacidad de compra. Para la cultura funciona el mismo sistema mercantilista que para otros productos. De esta manera un grupo social minoritario perteneciente a las clases acomodadas  se apropia de una forma de hacer cultura como si fuera la única y utiliza sus recursos de poder para imponerla, como son los medios de comunicación, la radio, la televisión, la cartelería pública. El acceso a utilizar estos medios es tan costoso que terminan quedando en manos solamente de quienes los pueden pagar con la complicidad de algunos gobernantes.

Pensar en bolsones culturales como política de Estado no hace más que abonar a la lógica del clientelismo que convierte a los ciudadanos en meros receptores o pasivos espectadores de eventos artísticos. De la misma manera funcionan las galerías de arte,  museos, centros culturales abiertos solo para un grupo privilegiadas/os, respondiendo a intereses empresariales y cerrados para la mayoría de la población.

La cultura intrínsecamente ligada a la historia e identidad de los pueblos se manifiesta tanto en la cotidianeidad de lo que hacemos y cómo lo hacemos hasta en las más variadas manifestaciones artísticas. No es un hecho individual, sino que es una construcción social. Puede potenciar el pensarnos como un pueblo capaz de proyectarse colectivamente en la diversidad de identidades o mantenernos como individuos aislados en competencia entre sí. Lo que es seguro es que nos atraviesa y nos moldea.

Cualquier intento de modificar nuestra realidad, exige romper con la cultura dominante de ser sólo consumidores de productos artísticos enlatados, masificados por los grandes medios y animarnos a ser protagonistas de la mayor creación artística a la que podemos aspirar: la transformación de este presente gris y uniforme en un futuro pintado colectivamente y diverso.

Para cambiar la realidad que nos oprime no existen recetas –y bastante contradictorio sería que las hubiera- pero si existen ideas, voluntades, ganas y entusiasmo para animarnos a proponer y dar un primer paso que nos permita ocupar los espacios públicos de nuestra ciudad. Es necesario salir del encierro al que nos condena el individualismo, de la inacción que nos propone el consumismo y del miedo que nos somete el actual discurso sobre seguridad. Salir, para entrar al espacio público. Que es público porque es ahí dónde nos encontramos con otras personas, con los vecinos y vecinas del barrio, dónde se debaten temas de interés común, donde podemos compartir momentos, actividades, experiencias y dónde en especial debemos pensar, construir y consensuar posibles soluciones a nuestros problemas. Es el espacio público, las plazas, los playones, las canchitas y todos los lugares donde podemos crear y ser protagonistas de nuestra propia historia.

Tanto hemos perdido en los años del neoliberalismo que nos cuesta identificar cuáles son esos espacios que aún nos pertenecen a todos y todas. Vale como ejemplo una escuela convertida en Shopping o la cárcel de mujeres convertida en una especie de Shopping cultural. Ambos lugares comparten una ubicación estratégica: son céntricas y están cerca de una de las zonas más ricas de la ciudad. Como todo centro comercial a estos lugares no accede una gran parte de la población. A la larga nos terminamos acostumbrando a mirarlos desde afuera.

Pero esto no termina ahí, por ordenanza municipal desde el año 2008 existe una especie de protección patrimonial de ciertas plazas céntricas. Es una especie de protección porque se autoriza su uso a determinados grupos sociales y a otros no. Los excluidos seguimos siendo los mismos. ¿Será que nos tendremos que acostumbrar a mirar también la Plaza San Martín desde afuera? Vaya tremenda ironía.

Los espacios que no ocupamos son los espacios que nos privatizan, privarnos de ciertos lugares no siempre significa venderlos, regalarlos o consecionarlos para su explotación comercial; implica muchas veces regular su uso de tal manera que en el fondo es la prohibición del uso.  

Queremos develar estos abusos que nos discriminan a la mayoría de las/os ciudadanos, queremos recuperar el uso de nuestras plazas porque ahí la cultura no tiene precio, ni derecho de admisión. Porque todas nuestras maneras de expresarnos, todas las manifestaciones artísticas ahí no tienen límites, porque de esa manera el arte es accesible a toda persona que desee compartirlo. Porque la cultura también es un derecho y como todo derecho no se debe pedir permiso para ejercerlo.


lunes, 23 de agosto de 2010

Radio Comunitaria en barrio Yapeyú

“UN CACHO DE CULTURA”

Los medios masivos de comunicación cuando hablan de jóvenes piensan en consumo y delincuencia. Nosotros pensamos en rebeldía y en que son los dueños del futuro.
Los medios masivos cuando nombran a un joven de BºYapeyu es vinculado a un hecho particular y policial. Nosotros cuando nombramos a nuestros jóvenes de Yapeyu nos llenamos de orgullo y esperanza.
Un abrazo a los cumpas del Yape, que se animan a bancar con mucho esfuerzo su casa de la Juventud y a construir su propia radio!!!!
Así nos sumamos a la jornada inaugural….